Me encontraba como todos los días después del trabajo sentada en una de las banquetas de la plaza de mi ciudad. En ese momento no paraba de pensar en lo delicioso que sería follar con un hombre. Mi vida está llena de trabajo y no tengo tiempo para aprovechar y conseguir un hombre estable en mi vida.
Esta situación me llevó a convencer a este hermoso hombre que se encontraba a mi lado en aquel momento. Para comenzar me abrí un poco mi bolso y sin darle tiempo de pensar tome su verga sobre el pantalón. Luego comencé a masturbarlo un largo rato y le di una mamada para luego colocar su verga dentro de mi panocha mojada. El sujeto aprovechó el momento y me coloco en cuatro en medio de la plaza para comenzar a penetrarme con su enorme verga hasta hacerme gritar como una perra salvaje al sentir como me lastimaba.